Localizada en una posición estratégica, y por ende muy codiciada a lo largo de la historia, la región de Monferrato es, en lo que a vinos se refiere,
un territorio complejo y en muchos aspectos poco conocido. Paisaje de
suaves colinas, Monferrato parece una continuación de la geografía que encontramos en las vecinas Langhe, una región con la que comparte su título de
Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Pero a pesar de estas similitudes, el paisaje vitivinícola es muy diferente.
Localizado al este de las Langhe, pero todavía en la región del Piamonte, a caballo entre las provincias de Asti y Alessandria, el vino de Monferrato destaca especialmente cuando procede de los viñedos orientados al sur y cultivados sobre los característicos suelos blanquecinos, ricos en caliza y arcilla. Unos terrenos bastante pobres, pero capaces de dar lugar a vinos distinguidos y a veces excepcionalmente estructurados y de larga longevidad.
El mejor de los distritos es el que engloba el oeste de Alessandria, el sur de Asti y la zona de Casale, donde se elaboran vinos que pueden competir fácilmente con los de las Langhe. Destacan especialmente los vinos tintos, y a la cabeza de ellos los elaborados con la variedad barbera, la más representativa de Monferrato. Protagonista de muchas pequeñas denominaciones y del cru de Nizza Monferrato, la variedad barbera da lugar a un extenso abanico de vinos que incluyen desde el tradicional espumoso hasta los vinos más potentes y longevos.
No es un territorio ideal para la nebbiolo, pero en Monferrato encontramos el origen de otras variedades autóctonas cada vez más populares como la ruché, típica del norte de Asti (tierra de vinos más inmediatos y delicados), y la grignolino, una variedad utilizada solamente para el corte hasta hace poco, pero que en la actualidad se ha descubierto con capacidad para ser refinada. Original y con cierta rusticidad, la grignolino representa el contrapunto ideal de la envolvente y seductora barbera, ¡no dejen de probar los vinos que las combinan!
Dolcetto, cortese, freisa, malvasia nera, moscato bianco y una gran cantidad de otras variedades completan este extraordinario y heterogéneo paisaje vitivinícola. Monferrato Rosso, un vino para todos los días que a menudo conjuga las variedades autóctonas con las cada vez más integradas variedades internacionales.